El otro día me pediste que te cuente una historia de bondi, pero no se ocurrió nada, salvo darte esto, que escribí en el bondi el otro día, que escuchaba a un grupito hablar a todo volumen: “Pobre”, “Suerte”. Ecos de sonidos que simulan ser dialectos. Palabras sin sentido ni origen, sin escrúpulos, sin pelos en la lengua. Palabras huecas, gestos falsos, lamentables momentos de desdichable comisura y luego la muerte, las drogas, internet, miserables costuras de la orbe social donde crujen los sentimientos y nos tragamos las miserias, nuestras miserias…
Y es la obligación, la obligación a interactuar la que nos mantienen firmes en este camino donde la metáfora es la vida misma, desde arriba del bondi.
martes, 22 de septiembre de 2009
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