jueves, 23 de julio de 2009

Pereza

Es muy dura la batalla que se libera entre el perezoso y el bondi, mas cuando el bondi se convierte en una especie de cuna gigante y nos mece en vez de llevarnos haciéndonos caer en un estado de ensueño, llevándonos a un tire y afloje constante – dormido – despierto – dormido – despierto.
Los parpados se hacen pesadísimos, se nos avecinan bostezos laargos y relajantes hasta que perdemos el dominio de nuestro cuello y comenzamos a cabecear.
Algunos cabecean hacia delante, otros cabecean hacia abajo, también los hay los que cabecean hacia atrás y/o arriba. Pero son los que utilizan la ventana como almohada los que se llevan mis felicitaciones, aquellos pasajeros que poseen la capacidad de dormir tan plácidamente en el bondi como en sus camas, aquellos que poseen un segundo reloj biológico que los despierta en el momento justo de su descenso, (capacidad digna de admirar!!).
Historia verídica de un gran perezoso:
Tomas tomaba el bondi 131, no hacia ni dos cuadras que ya caía bajo los encantos de la cuna gigante y se dormía profundamente todo el viaje. Como su pereza era demasiado abrupta, y no había reloj biológico ni mecánico que lo despertase, empleaba las vibraciones de la ventana como despertador. Entonces, en el momento que el bondi pasaba por unas vías cerca de su casa generaba las vibraciones suficientes para que el se despierte y se baje en su parada. Ahora supongo que utilizara el celular como despertador, pero no estoy seguro si ha modernizado sus métodos.

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